martes, 12 de agosto de 2014

Capítulo 3 -> La noticia

Empecé por leer el título que decía: “Niños denunciando la desaparición de sus progenitores”.
A continuación ponía: “Desde hace una par de semanas, la policía a recibido visitas y llamadas de niños asustados y preocupados por la desaparición de sus progenitores. En todos los casos de desapariciones, los niños estaban solos en casa con un canguro o con alguien mayor de edad que los cuidase mientras sus padres salían a dar una vuelta o salían con sus amigos o incluso cuando iban a una cena o comida de negocios. Lo más raro de ese caso –dice la policía- es que no raptan solo a un padre o a una madre, sino que si les raptan, es a los dos. Ya estamos vigilando las calles de Lorain y de las capitales más importantes…”

En cuanto terminé de leer la noticia, me vino a la cabeza lo que me había dicho Teresa. Sus padres tenían una comida de negocios. Podrían estar en peligro.
Salí de mi habitación y se lo comenté a mi hermano.
-Tenemos que avisarles o algo -le grité a mi hermano que seguía muy ocupado leyendo un artículo sobre un coche tuneado.
-Alice, los padres de Teresa saben cuidarse. Además no creo que justo vayan a por ellos. Tienen pinta de saber defenderse. Así que tranquila, ¿vale? Todo va a ir bien -me dijo mitras me apretaba la mano contra su pierna.

En cuanto terminé de comer y recogí los platos de la mesa, me puse el abrigo y me fui a la casa de Teresa. Conduje con cautela intentando que las ruedas del Mini no resbalasen con el poco hielo restante que había en las carreteras.
Pasamos la tarde jugando con su hermana y pasadas un par de horas, la acostamos para que durmiera la siesta. No quería preocupar a Teresa con la noticia que había leído por lo que no le dije nada. Estuvimos viendo una película que estrenaban en el segundo canal de la televisión.
 La tarde transcurrió con rapidez. En cuanto terminó la película, me levanté de su sofá color mostaza y me fui a casa.
En cuanto llegué, me quité la ropa y me puse el pijama. Mi madre ya había empezado a hacer la cena y como yo quería tener la mente ocupada, decidí lavarme las manos y ayudarla a cocinar.
Estuvimos hablando animadamente mientras cortábamos los tomates y los pimientos rojos para echarlos en un cuenco que sería la ensalada. Condimentamos las verduras con aceite, vinagre y sal y cogí el cuenco y lo llevé a la mesa de madera de la cocina. En cuanto salí de la cocina para llamar a mi padre y a mi hermano, vi que mi padre estaba viendo las noticias pero mi hermano ya no estaba en el sofá. Algo me hizo cosquillas en el cuello y yo grité. En cuanto me di la vuelta, vi a mi hermano riéndose. Le di un empujón que tan solo lo movió una par de pasos de donde estaba.
Mi madre nos llamó para que fuéramos a cenar. Y cuando iba a entrar por la puerta de la cocina, mi hermano me aplastó contra el marco de ésta. Yo le pegué con la mano bien abierta en el hombro. Él solamente se dio media vuelta y me sacó la lengua.
Se sentó en una silla al lado de mi padre y yo en otra que estaba al lado de mi madre y enfrente de mi hermano. Mi padre encendió la televisión de la cocina con el mando a distancia que estaba en medio de la mesa de madera. Tan solo mi padre y mi hermano estaban prestando atención a las noticias. No sabía como podían verlas. A mí tan solo me deprimían.
En cuanto terminaron las noticias, mi padre empezó a cambiar de canal hasta que mi hermano se enfadó y le quitó el mando y puso un canal de deportes.
Mi madre y yo estábamos hablando sobre lo que había hecho en casa de Teresa. Mi madre me contó que consiguió convencer a mi padre para ir a dar un paseo y que mi padre casi se cae por el hielo que había en las aceras. También me contó que se habían mudado unos vecinos nuevos que tenían un hijo de mi edad y que estaba ya apuntado a mi mismo instituto.
Mi madre siempre se enteraba de todo. No me extrañaría que le hubiera dado ya al chico mi número de teléfono.
-Por cierto cariño, le he dado al chico nuevo tu número de teléfono por si tiene dudas sobre lo de clase o por si tiene ganas de dar una vuelta. Como no conoce a nadie de por aquí…

Genial, mi madre ya se había encargado de manejar otra vez mi vida. Siempre que le decía que me dejara vivir mi vida, me echaba un sermón sobre que solo quería protegerme. Si de verdad me protegiera, no iría dándole mi número de teléfono al primer vecino nuevo de mi edad que viera.


No discutí con ella ni mostré signos de enfado aunque por dentro estaba bastante enfadada. En cuanto terminé mi cena, lavé todos los platos y me subí a mi habitación. Estaba agotada por lo que no me costó mucho dormirme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario