domingo, 5 de octubre de 2014

Capítulo 6 -> Una cena incómoda

Mi padre llegó a los diez minutos de que todos nos sentáramos a cenar. Se quitó el abrigo, lo colgó en un hueco del perchero de la entrada, le tocó en el hombro a mi madre con la mano y le dio un beso en la frente. Mi madre sonrió tímidamente y le apretó cariñosamente la mano contra su hombro.
Mi padre se sentó al lado de mi madre y todos empezamos a cenar.
Mi madre insistió en partirle en pedazos muy pequeños el filete a Lucy. Decía que le recordaba a cuando nos daba a mi hermano y a mí de comer.
Mi madre empezó a contar historias de cuando éramos pequeños y mi padre se reía a carcajadas y mi hermano y yo nos poníamos rojos como tomates de pura vergüenza. Teresa se reía de vez en cuando y nos miraba a los dos.
No hablé en toda la cena simplemente porque no tenía nada que decir. Mi hermano hablaba de vez en cuando para completar las frases o las historietas que contaba mi madre.
Yo me comí mi ración y me fui al baño a lavarme los dientes. Nadie se dio cuenta de mi ausencia. Me dirigí a mi habitación y me puse el pijama de terciopelo color violeta.
Cogí el ordenador portátil y lo puse encima de mi cama. Lo encendí y me senté en mi cama con las piernas cruzadas. En cuanto se encendió me metí en el chat y abrí la bandeja de mensajes. Tenía un mensaje de Johnny.

Hola Alice,

¿Qué tal estás? Yo estoy algo aburrido porque al ser nuevo en la ciudad no conozco a mucha gente y me preguntaba si no te importaría enseñarme un poco la ciudad porque no sé ni donde está el centro comercial.
Si te parece bien, dime fecha y hora y allí estaré para hacer turismo.

Hasta mañana.
Johnny.

No tenía ningún plan pero también sabía que no tardarían los profesores del instituto en empezar a poner exámenes para los que tendría que estar metida en casa estudiando. No le respondí al mensaje porque me lo tenía que pensar y si eso, se lo decía en el instituto.
Me conecté al chat. Había gente de mi clase, familiares y amigos conectados. La primera que me habló fue Ariadna, una compañera de clase. Estaba con ella en las clases de literatura, francés y matemáticas. Estuvimos hablando sobre el libro que nos teníamos que leer.
-Toc, toc -dijo Teresa mientras entraba lentamente a mi cuarto y tocaba con sus nudillos mi puerta. Alcé la mirada pero la bajé al segundo para leer el último mensaje que me había enviado Ariadna -¿Te pasa algo? En la cena no has abierto la boca y te has ido sin decir nada -dijo mientras se sentaba a mi lado.
-¿No tienes algo que contarme? -inquirí en voz baja mientras tecleaba en el ordenador portátil.
-Puff, no sé. ¿Acaso hay algo que deba contarte?-preguntó confusa.
-Yo creo que es normal que me cuentes si te has liado con mi hermano, ¿no crees?-dije alzando un poco más la voz y mirándola a la cara.
Bajó la mirada en cuanto pronuncié esas palabras pero yo le cogí de la barbilla para verle el rostro.
-¿No pensabas decírmelo?
-Te lo hubiera contado si hubiera sabido que lo sabías.
-O sea que si no lo hubiera sabido, ¿no me lo hubieras dicho?-inquirí con voz grave y a la vez algo furiosa.
-Tu hermano me dijo que no te lo dijera porque te enfadarías con los dos -fruncí las cejas y desvié la mirada hacia la pantalla del ordenador. Leí el último mensaje y lo contesté.
-Alice lo siento mucho. Sabes que sino te lo habría contado.

Apagué el ordenador y lo dejé encima de mi escritorio.
-No te preocupes, lo entiendo. Una promesa es una promesa. Pero tan solo respóndeme a una cosa. ¿Qué ha pasado? -dije mientras me volvía a sentar en mi cama.
-Te dormiste y llevamos a Lucy a tu cuarto porque Robert me había dicho para ver una película de miedo en su cuarto. Y bueno ya sabes lo que pasa cuando te asustas por lo que pasé toda la película abrazada a tu hermano. En cuanto terminó, él me empezó a hacer cosquillas y a asustarme con la voz de un monstruo que salía en la película -me explicó mientras jugaba con los mechones de su pelo castaño-. Yo empecé a tener frío y a deprimirme por lo de mis padres y entonces nos metimos dentro de la cama y él me abrazó y bueno el resto ya lo sabes. Creo que es el primer chico que me ha escuchado mientras le cuento mis inquietudes.
-Gracias por contármelo.

A los 5 minutos, mi madre tocó la puerta.
-Hola chicas, ¿os interrumpo algo?
-Claro que no mamá. Pasa.
-Tan solo venía a preguntar dónde quería nuestra invitada dormir -dijo mientras le guiñaba un ojo a Teresa.
-A mí me da igual -dijo encogiéndose de hombros.
-En el salón tenemos el sofá-cama. Es bastante grande por lo que podéis dormir allí tu hermana y tú.
-Vale, me parece perfecto, no quiero ser tampoco una molestia.
-Cariño tú no eres ninguna molestia, eres nuestra invitada. Nos sentiríamos fatal dejándote sola con tu hermana en tu casa vacía sabiendo lo mal que lo debes de estar pasando en estos momentos.

Salió por la puerta de mi habitación y entró en su cuarto. Un par de minutos después salió con unas mantas y las bajó al salón y las empezó a poner encima del sofá-cama.

Cuando fueron las once de la noche, todos nos fuimos a la cama. No podía dormir y no paraba de dar vueltas en la cama. Oí pasos y después oí un pequeño sonido y se abrió una puerta.
Mi puerta estaba entre abierta por lo que pude ver a Teresa entrando en la habitación de mi hermano.
No me parecía bien que estando sus padres desaparecidos, estuviera ligando con mi hermano.
Me levanté de mi cama y me dirigí hacia la habitación de mi hermano.
Giré el picaporte silenciosamente y abrí la puerta. Estaban los dos sentados en un borde de la cama. Robert estaba abrazando a Teresa y la apretaba contra su pecho. Teresa estaba llorando y tenía una mano alrededor de la nuca de éste. Sus lágrimas caían en la parte del cuello del pijama de mi hermano.
En cuanto entré, Robert alzó la mirada hacia mi posición y acto seguido la volvió a bajar.
Me quedé paralizada al lado del marco de la puerta. No sabía qué hacer, entrar y sentarme al lado de Teresa o darme media vuelta y meterme de nuevo en mi cama.
Al cabo de unos minutos, me adentré en la habitación y abracé a Teresa.

Entraban rayos de sol por la ventana y yo me encontraba en mi cama espatarrada y con las mantas medio caídas. Apagué de un golpe el despertador y me estiré en la cama. Me levanté y me vestí para acto seguido ir al baño a arreglarme. En cuanto salí del baño, hice lo de todas las mañanas.  Entrar en el cuarto de mi hermano a despertarle. Le quité de un tirón todas las mantas y él pegó un salto. Me miró enfadado y al ver que no le iba a devolver las mantas y que no le iba a dejar dormir, se levantó murmurando palabrotas por lo bajo y se fue directo al baño. Yo bajé a la cocina para desayunar y vi desayunando a mis padres, a Teresa y a Lucy.
Me cogí un bol del armario de encima de la encimera y me puse leche en él. Lo metí en el microondas y cogí una magdalena de una estantería. Me cogí una silla del comedor y la llevé para ponerla en frente de la mesa de la cocina.
En cuanto yo terminé el desayuno, subí las escaleras y a mitad de camino me encontré con Robert. Éste me dio una colleja en la nuca y yo un golpe con el codo en sus costillas.
Entré en mi habitación y guardé los libros que hoy iba a necesitar en mi mochila de tela. Me la colgué a los hombros y bajé las escaleras. Teresa y Lucy ya me estaban esperando en la entrada y Robert estaba engullendo su desayuno. Cogí mi abrigo del perchero de madera y me puse un gorro de lana rosa claro. Cogí las llaves de mi coche del cuenco y abrí la puerta pero antes de que pudiera dar un paso hacia el suelo frío del porche, mi madre me cogió del brazo.
-Alice, esta noche ha helado así que conduce con cuidado, ¿vale?
-Sí mamá, no te preocupes -le prometí mientras salía a la congelada calle.

Estábamos en invierno era normal que helara. Mi madre seguía pensando que era tan tonta como mi hermano.
Yo me monté en mi asiento y Teresa en los asientos de atrás con su hermana. Mientras Teresa estaba atándole el cinturón a su hermana, Robert salió con un paso ligero de casa mientras se ponía el abrigo y la mochila. Se sentó en el asiento del copiloto y cuando todos estuvimos listos, arranqué el motor.

Las ruedas se patinaban por el congelado asfalto por lo que tuve que conducir muy despacio y con mucha cautela. 

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